"La dificultad no debe ser un motivo para desistir sino un estímulo para continuar"

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La verosimilitud literaria

LA VEROSIMILITUD LITERARIA Una de las cosas más importantes en literatura tiene que ver con la verosimilitud. Para que algo resulte verosímil tiene que parecer verdad, resultar creíble. La verosimilitud literaria en un diálogo,por ejemplo, tiene que ver con la credibilidad del personaje. Podemos lograr verosimilitud, entre otras cosas, por medio de los detalles. La cantidad de detalles, por ejemplo, en el testimonio de una persona nos sirven para saber si una persona miente o dice la verdad. Pero la verosimilitud, también debe estar en las acciones, en la coherencia de esas acciones. Todo lo que haga un personaje tiene que ser acorde con su forma de ser y su personalidad. No podemos forzar a que haga algo solo para lograr más intriga o tensión en la historia. La verosimilitud tiene que ver además con el género del texto y con la coherencia histórica. Si estamos escribiendo una historia de género realista que trascurre en la época romana, para saber la hora el personaje tendrá que recurrir a un reloj de sol o a un reloj de arena, no le pongas uno digital en la muñeca. No debemos pensar, sin embargo, que por escribir un cuento de género fantástico, todo lo que escribamos será creíble solo por el hecho de poder imaginarlo. Cada historia tiene sus límites. Para que algo resulte verosímil debemos primero mostrarlo, colocarlo en el escenario y en la escena y, después, darle un sentido lógico dentro de la propia historia, una coherencia interna. Por último, la verosimilitud tiene que ver con la voz del narrador, con quien cuenta la historia. Y para ello lo fundamental es que esa voz nos resulte natural. En Las paradojas del guionista, Daniel Tubau explica muy bien que significa esa “verdad” de la verosimilitud de la ficción. Cuando se escribe, lee o analiza un guion, se tiene muy en cuenta que la historia sea verosímil, que los personajes parezcan verosímiles y que los diálogos suenen verosímiles. Todo ha de ser verosímil, incluso los decorados o el vestuario: nadie se creería una película realista acerca de Julio César si el legendario general romano vistiese un kimono japonés. Pero ¿qué es lo que hace que algo resulte verosímil? La respuesta inmediata es sencilla: «Una cosa es verosímil si parece real o verdadera». Lo malo de las respuestas sencillas es que pocas veces son verdaderas. Si pensamos en películas como Harry Potter, La guerra de las galaxias o El señor de los anillos, empezaremos a dudar que se pueda identificar sin más lo verosímil con la realidad, porque nadie cree que existan de verdad todas esas extrañas criaturas: elfos, hobbits, magos, ogros, guerreros jedai y robots que hablan. Ninguna de esas cosas parece verdadera, real, existente. ¿Es verosímil, como sucede en Harry Potter, que un niño coja un tren en la estación de King’s Cross y que ese tren le lleve a un instituto donde sólo estudian magos y cuya existencia es ignorada por el resto de la humanidad? Por supuesto que no. Sin embargo, el espectador acepta todo eso durante las dos o tres horas que dura la película (y en cuanto sale del cine vuelve a lanzar a todas esas criaturas al desván de las fantasías). El mismo espectador que acepta como verosímiles en el mundo de la ficción los viajes a la velocidad de la luz, un instituto para magos que existe en el plano paralelo al mundo ordinario o una extraña civilización llena de orcos, hobbits y elfos, no aceptará algo tan sencillo como que un hombre normal y corriente pueda arrojar a su enemigo al otro lado de la Quinta Avenida con solo la fuerza de su brazo. Pero si ese hombre ha sido bombardeado con rayos gamma, entonces sí parecerá razonable que lance a sus enemigos al otro lado de la Quinta Avenida, cuatro calles más allá o al estado vecino, o que recorra Estados Unidos en unos cuantos saltos, como hace ese hombre normal y corriente cuando se convierte en La masa. Curiosamente, la inverosimilitud de arrojar a un hombre al otro lado de la Quinta Avenida se hace verosímil gracias a una inverosimilitud mayor, porque, desde el punto de vista de las leyes de la física que rigen nuestro universo, parece más fácil aceptar que un tipo normal y corriente arroje a su enemigo al otro lado de una calle que el que alguien sea bombardeado con rayos gamma y que no solo sobreviva, sino que además adquiera superpoderes, y que cuando se ponga nervioso el cuerpo le crezca varios metros, y toda su ropa quede destrozada, excepto la parte de arriba de los pantalones, que le sigue cubriendo sus ahora monstruosas vergüenzas. Así que lo verosímil no parece tener que ver con la realidad o la verdad, sino más bien con las reglas del juego del relato: una vez definidas unas reglas, aceptamos como verosímil lo que se ajusta a ellas.

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